“Parece ser que la mitología pagana, en la fábula de las cabeza de la hidra, que cuantas más veces le eran cortadas, otras tantas veces renacían más frescas y crueles, simbolizó la historia de nuestra lucha contra los errores humanos. Cien veces combatidos y derrotados, los errores renacen siempre bajo formas larvadas para insidiar la verdad e inducir en engaño a la pobre humanidad. Por eso, a quienes se han consagrado al apostolado de la verdad, les incumbe el deber de vigilar constantemente, con perpetua desconfianza, esos errores, y de librar una guerra sin cuartel contra el enemigo común.
“Este fenómeno se produce, más frecuentemente que en otras materias, en los temas que más cerca atañen a la integridad de la vida individual, pues en ellos el charlatanerismo sustituye a la ciencia más a menudo que en otras materias, quiero decir, en la medicina y en el derecho penal. De ahí que la famosa broma, de todos conocida, con que el poeta de Fagiuoli trató de convencer a su gran Duque de que todos los ciudadanos de Florencia eran otros tantos doctores en medicina, podría repetirse igualmente a propósito de la multitud de sabihondos que, echándolas de criminalistas, tienen la avilantez de emitir opiniones y pronunciar juicios sobre cuestiones penales.
“…no hay que olvidar nunca que el hombre, no pudiendo prescindir de su condición de animal, trató de ennoblecerla con el apelativo de animal racional, y en ese orden de ideas quiere descubrir siempre la razón de todo lo que hace y de todo lo que piensa. Con razón o sin ella, el hombre quiere explicárselo todo, y cuanto más barbaridades dice, más fácilmente se convence de que mejor se ajusta a la más rigurosa dialéctica. De ahí que también los más burdos errores tienen en la mente de quien los cultiva un principio que, según él, es racional y del cual se arma para propugnarlos y para luchar en su defensa. Pero con la diferencia de que el razonamiento es falso o falaz, o es vencido por razones contrarias, que son absolutamente verdaderas.” (Francesco Carrara, “Reminiscencias de cátedra y foro”, ed. ‘Temis’, Bogotá, 1988, págs. 47/8).
Con la esperanza de no incurrir en los errores a los que alude el Maestro Carrara, sólo diré que el 10 de julio, en su gran mayoría, quienes votaron a Mauricio Macri no lo hicieron convencidos de que la fuerza política PRO era la opción para gobernar la Ciudad de Buenos Aires, sino que, sin referentes políticos en sus partidos (léase UCR, Coalición Cívica, etcétera) votaron contra CFK.
Error: porque, en definitiva, no ganó Macri y no perdió Filmus, sólo fracasó la oposición en su conjunto, pues, de los 14 candidatos, dos sumaron el 85% de los votos y, salvo Pino con el 12%, ninguno de los restantes llegó, ni siquiera, al 4%.
Son entonces esas fuerzas flacas las que deberían replantearse su discurso, en razón de que, en su gran mayoría, sostuvieron sus campaña sólo con el agravio a la nuestra Presidenta, y sin propuestas claras acerca de los motivos por los que debían ser votados por los vecinos de CABA.
Esa es la razón por la que Macri obtuvo el 47% de los sufragios. Podrá sostenerse que Filmus hizo una mala elección, pese a haber aumentado su caudal en un 5%, comparado con las elecciones del año 2007, pero, si aún así se sostuviera esa hipótesis, no fue su culpa el margen del 20% que lo separa de Macri, sino de las cabezas de la hidra que renacieron en todo el arco opositor aniquilando sus propias aspiraciones y únicamente favoreciendo al actual Jefe de Gobierno porteño.
Por ello, como bien señala el maestro Carrara “…a quienes se han consagrado al apostolado de la verdad, les incumbe el deber de vigilar constantemente, con perpetua desconfianza, esos errores, y de librar una guerra sin cuartel contra el enemigo común.”
Hacía allí debemos ir, sin necesidad de explicárnoslo todo, convencidos que el modelo nacional y popular es el único camino hacia la consolidación de una patria más justa y soberana. Dejemos a la oposición que continúe consolidando irrisorias alianzas que habrán de derrumbarse ni bien concluyan los comicios del 23 de octubre, al igual que sus líderes (si así puede llamárselos), que sólo supieron rodearse de globos, trajes ajenos, falsos slogans, predicciones, nefastos periodistas, y agravios.
Habremos perdido la Ciudad de Buenos Aires; no es tan grave, alguna vez será recuperada; sin embargo, lo importante, es no perder de vista que la oposición se ha unido para derrumbar un Gobierno que lucha a favor de los que menos tienen. El PRO carece de alcance nacional y el resto de los partidos opositores son una sombra de lo que alguna vez fueron o quisieron ser. No se trata de ganar o perder, como pretende mostrarnos el macrismo, sino de avanzar en la consolidación de las ideas que cada día se ven plasmadas en hechos y actos de gobierno: el pago al Fondo, la AUH, el matrimonio igualitario, los exámenes de ADN, menos desocupación y más trabajo, sólo por nombrar algunos pocos.
Que no nos engañen más, afirmando que ganó Mauricio Macri o, lo que es lo mismo, que el FpV perdió. En todo caso, como dije párrafos arriba, el 31 de julio el Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires será reelecto: un distrito; nada más.
Recordemos que Cristina Fernández de Kirchner, en su primer discurso como Jefa de Estado, señalo que los argentinos "teníamos que ir por la segunda independencia. Esa que significa la construcción de una economía que permita tener autodeterminación, y que las decisiones de un país se tomen en ese país y en los ámbitos en que los hombres y mujeres han sido votados en elecciones libres".
Allá vamos, a paso de vencedores, pero sin sed de triunfo ni venganza, actitud que tanto caracteriza a la multitud de sabihondos opositores. Luchamos por un país con menos globos y más justicia social, pero atentos para que los “errores” de la oposición no vuelvan a renacer “…bajo formas larvadas para insidiar la verdad e inducir en engaño a la pobre humanidad…”.
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